Juanita Guerra Mena ha sido siempre una mujer inquieta, pero también ambiciosa. No se a qué grado, pero si, ambiciosa.
No gratuitamente ha avanzado en poco tiempo lo que a muchos políticos de antaño les hubiera costado, al menos, unos 25 años… aunque los de antaño no hubieran sido tan “chapulines” como ella: ir de partido en partido, sin mediar ideología.
Es muy probable que el repentino éxito que ha tenido en los últimos años la haya desubicado en diversos momentos. En los espíritus débiles es más grave, en los demás, no tanto, pero nos llega a pasar a todos.
Hoy es diputada federal por Morena, por el distrito 03 (Cuautla) y presidenta de la comisión de Seguridad Pública de la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, pero también es una de las legisladoras federales que no son bien recibidas en la secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) ni por su titular, Luis Crecencio Sandoval.
De acuerdo con información obtenida por este reportero, la legisladora cuautlense ya no es del agrado del jefe militar, pero tampoco de su círculo cercano, al grado de que se le ha informado que no es bien recibida en la cúpula de la dependencia castrense.
Antes de proseguir, hay que poner como antecedente que Juanita Guerra Mena tenía alguna cercanía o simpatías al interior de la Sedena, pero particularmente con el anterior secretario Salvador Cienfuegos Zepeda, lo que a ella le permitió generarse la idea de que en el Ejército las cosas prevalecen para siempre, pero no. Es otra esfera a la política, y ese fue su error.
Inicialmente, y como mero acto de cortesía política, la Sedena le concedió alguna vez a la diputada, la posibilidad de liberarle la cartilla del Servicio Militar Nacional (SMN) a alguno de sus representados, y también era recibida cuando ella lo solicitaba, por los altos mandos, hasta que esto llego a su fin, abruptamente.
Los datos obtenidos revelan que cierto día de 2019, Juanita Guerra no pudo ser recibida por el general secretario, quien de forma intempestiva tuvo que salir de la dependencia debido a un llamado urgente que recibió de su jefe, el presidente de la República, Andres Manuel López Obrador.
La diputada llegó a la cita, y tras ser informada de que no podría ser recibida en ese momento por el alto funcionario, armó un “pancho” que incluyó exigir a sus interlocutores llamarle al secretario de la Defensa para “recordarle” la reunión para que regresara de inmediato a atenderla.
Luego de momentos incómodos, la legisladora fue recibida por el secretario privado de Sandoval quien, ante la insistencia de la diputada, tuvo que informarle a su jefe de la posición de la representante popular pero, sobre todo, del desaguisado y su exigencia, lo que no gustó nada al militar de una águila y cuatro estrellas, quien dio la orden de que la legisladora no volviera a poner un pie en la dependencia.
Y es que esa no fue la primera vez que la legisladora se había mostrado evidentemente tóxica ante estas instancias y en función de su puesto, también lo fue cuando, luego de que se dio cuenta que era posible que la SEDENA y sus influencias le permitieran tramitar y hasta liberar cartillas del SMN, un día llegó a la dependencia con un “bonche” de solicitudes para que se las liberaran, así, porque si.
Sin el menor pudor y presos del sentimiento que dejó la desfachatez de la cuautlense, los militares la batearon y le dijeron que la Sedena no es ni Sedesol o Sagarpa, donde se puede traficar con influencias, con un listado de beneficiarios y, sobe todo, utilizando su posición para intervenir en los ordenamientos y prerrogativas de una instancia federal como el Ejercito Nacional.
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