Por donde se le vea, el gran perdedor en el tema de los jóvenes detenidos en la autopista Cuernavaca-Acapulco, a la altura de El Polvorín por guaruras de la Fiscalía General del estado de Morelos, es y será el propio titular de esa dependencia, Uriel Carmona Gándara.
Los clásicos dicen, recomienda, sobre todo los de filosofía oriental, que uno debe ser reflexivo para escoger las batallas en las que desea participar y también entender que a veces, retroceder, también es ganar.
En la vida tienes que escoger: o eres feliz, o quieres tener la razón, y Carmona optó por lo segundo… por tener la razón.
No se quién asesore jurídicamente al Fiscal. Supongo que por su posición, debe tener varios asesores en la materia, pero también en el ámbito político, también debe tener algunos, pero en ambos casos, los va tener que despedir porque ni lo asesoraron ni lo guiaron, y si lo llevaron a la orilla del despeñadero… justo donde él se rehusaba en estar.
Uriel Carmona no escogió bien su batalla, cedió su frente a la percepción de otros, midió mal su campo, sus generales no le abrieron la visión y quizás ha cometido una de sus peores pifias, ya no como Fiscal, sino como profesionista. Y se entregó a los brazos de sus enemigos.
La circunstancias políticas-jurídicas en las que permanecía Uriel Carmona la semana pasada, eran delicadas, mucho, pero había posibilidades de maniobrar política y mediáticamente. Y de repente, todo se esfumó.
El procedimiento que enfrenta en la Cámara de Diputados se había postergado, se había atemperado gracias a los oficios de quienes lo están ayudando políticamente a buen nivel, incluso, la veta de que sería una víctima del Ejecutivo, era creíble en ciertos sectores. Avanzaba.
Vino lo de la autopista y Carmona se dejó guillotinar por sus propios “defensores”. Si alguien no sabía de Carmona en el país, pues ahora ya lo conocen y no como víctima sino como victimario. Su imagen cayó desde un acantilado y complicó su situación política de manera inútil. Increíble y negligente.
Sea cual sea el resultado jurídico del caso de los chavos, el veredicto social y mediático ya se dio, y Carmona perdió.
La exposición masiva del caso, los videos de los chavos en el suelo, los guarros con sus armas en un despliegue desproporcionado, permitió a la opinión pública estimar desde un inicio, que fue un enfrentamiento desleal, desigual, ilegal y arbitrario, y que los argumentos de Carmona, se alejaban, no sólo de la realidad, sino de la lógica con el fin de mantener su versión original… y la de sus guaruras. Prepotencia y arbitrariedad.
Después de 48 horas tener en su poder a los jóvenes y de no informar en absoluto sobre su situación jurídica, este domingo nos enteramos –de manera extra oficial–, que no sólo habían consignado a los jóvenes que fueron detenidos por los escoltas del Fiscal, sino que –además– les endilgaron los delitos de tentativa de homicidio y daños, pese a no traer armas y viajar en un auto comercial.
La noticia no sólo caló entre la sociedad, sino que habría pintado de cuerpo entero el grado de mezquindad en la dependencia del Ministerio Público, pues a pesar de que se sabe que el altercado inició por un tema vial, el Fiscal ordenó que se les consignara a pesar de que nunca tuvieron elementos para sostener que intentaron detener el convoy blindado del fiscal para agredirle, para lastimarlo.
En cambio, los jóvenes que terminaron exhibidos, hiper madreados, baleados, desnudados, torturados y consignados pese a que no les encontraron armas ni tampoco se comprobó jamás que fueron criminales, pero si han estado 48 o mas horas encerrados.
Abusados. Nunca se ha dicho que los jóvenes sean blancas palomitas. Venían borrachos y quizás hasta influenciados por otras sustancias, pero lo que se juzgó al final es el grado de desproporción y uso de la fuerza de la dependencia para darle la razón al Fiscal y a sus escoltas.
Debido al contexto político en el que permanecía el Fiscal y la forma en que se fueron desarrollando los acontecimiento del jueves para acá, se avizoró siempre que el Fiscal no iba a ganar, pues la opinión pública se apresuró para dar su veredicto: el fiscal es prepotente, mezquino, usó la ley a su favor, protegió a sus guarros y nos quiso ver la cara a todos, y por tanto, “no es digno de confianza”.
Envenenado el ambiente en su contra por él mismo, el siguiente paso es ver cómo se desarrollan las cosas en la Cámara de Diputados federal, donde antes algunos peleaban –al menos- el papel de víctima de Uriel Carmona. ¿Ahora cómo lo van a defender? Es un tema de percepción, la cual Uriel Carmona puso en riesgo la suya, justo en el momento “correcto”. Ni antes ni después.
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