Otra vez Ovidio. Otra vez un operativo para arrestar a Ovidio Guzmán durante la presente administración, que se quitó la espina de aquel primer intento fallido en octubre de 2019, el Culiacanazo, cuando por órdenes del presidente López Obrador fue liberado el hijo del Chapo Guzmán y motivo por el cual la oposición a la 4T ha fustigado al Gobierno Federal por su “debilidad institucional” o supuestos pactos con el narco.
Sin embargo, esta vez el operativo fue un éxito, pese a que el estado de Sinaloa ardió y los refuerzos del Ejército y la Guardia Nacional tuvieron que movilizarse de urgencia. Muy temprano, como las fuerzas del orden cercando al estado del noreste, los grupos de Telegram y WhatsApp de la cúpula de Morena se activaron para compartir los detalles del arresto y trabajar en la nueva narrativa de seguridad de la 4T.
“Ahora le toca a Estados Unidos entregar a Calderón”, se leyó en varios de grupos, donde inmediatamente se vinculó a la Cumbre de América del Norte con la detención del hijo del Chapo Guzmán. “Una joya a cambio de otra”, continuó otro morenista en referencia a quien el Departamento de Estado de Joe Biden culpa -con recompensa de por medio- por la crisis de opioides (fentanilo) en sus ciudades más importantes.
Según los mensajes entre los dirigentes morenistas y funcionarios de alto rango en el Gobierno Federal, a los que tuvo acceso LPO, la recaptura de Ovidio podría comprometer al Gobierno de Estados Unidos a levantar cargos contra el expresidente Felipe Calderón, tras el juicio por narcotráfico de Genaro García Luna en Nueva York. Expresidente que –como lo reveló esta redacción– se mudó convenientemente a Madrid.
El propio secretario de Gobernación, Adán Augusto López, ya había mandado una señal en ese sentido durante su gira en todo país para promover la reforma a la Guardia Nacional. Frontalmente señaló al expresidente panista por una supuesta responsabilidad en el tráfico ilegal de armas al país (el tristemente célebre “Rápido y Furioso”), por el cual se habría abierto una investigación en su contra.
En la nueva narrativa de la 4T sobre la seguridad el arresto de objetivos prioritarios (descabezar a los cárteles) aun cuando se ponga en riesgo la integridad de los civiles, está ganando terreno, en contra de las propias declaraciones de AMLO que justificó la liberación del hijo del Chapo en el anterior operativo para evitar una masacre. Se ve que esta vez, a días del arribo de Biden a México, el argumento ya no vale.
Ahora el Gobierno ha emprendido una muy peculiar reinterpretación del famoso “abrazos y no balazos” de AMLO para explicitar su política frente al narco, que Adán Augusto retomó junto al general Luis Cresencio Sandoval de Sedena y el almirante José Rafael Ojeda de la Marina: ahora la captura de capos narcos -política del repudiado Peña Nieto- son “operativos profesionales” que resguardan la integridad de las Fuerzas Armadas.
Con Información de LPO
