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Picnic en Cuernavaca

Pasaban las ocho de la mañana, un grupo de personas acompañadas por camiones conocidos como “volteos” desfilaban por la avenida Morelos, al llegar al cruce con la calle Motolinia, justo donde se ubica el ayuntamiento de Cuernavaca, decidieron negar el paso a quienes por ahí pretendían transitar.

“ya, ya, ya no dejen pasar” se oía la voz desgallitada de una mujer que con una pancarta rotulada con las siglas “NGS”, hacia aspavientos a sus compañeros para que cerraran la circulación en el cruce Morelos y Motolinía.

Al caminar de turba, el sol naciente de este jueves se asomaba de entre los árboles que rodean la sede del gobierno municipal, asombrados por el enojo con que los protestantes caminaban, empleados de la alcaldía dejaban sus escritorios al tiempo de que la grey se apoderaba de las instalaciones.

Los rijosos se dirigieron directamente a la oficina de la Secretaria de Desarrollo Económico y Turismo, ahí, con cinta adhesiva y una de esas cintas amarillas que dicen “Precaución” clausuraron sus puertas y como si se apropiaran del lugar, colgaron cartulinas amarillas y rosas con las siglas de su sindicato al tiempo que detonaban fuegos artificiales conocidos como “Palomas”

Se esparcieron por el recinto, se movían de un lugar a otros cual can encerrado, querían que algún “inocente político” se las pagara al no encontrar al alcalde Cuauhtémoc Blanco, no tenían consigna, únicamente querían que los escucharan ¿sobre qué? nunca supieron darse a entender,

Al pasar los minutos la víctima fue una patrulla de la dirección de Reglamentos y Licencias de Funcionamiento, quien, aparcada en uno de los cajones del estacionamiento de la comuna, recibió la furia de los protestantes quienes nuevamente hicieron gala de su esgrima con la cinta amarilla y fue “clausurada” con capas y capas de “yurex”.

Matando el tiempo, la turba decidió también matar el hambre; de entre la multitud apareció una mujer de baja estatura quien en su mano derecha cargaba con un anafre ya listo con carbón, era tiempo de “echar taco”, rápidamente, unos hombres le ayudaron a iniciar la llama, no hicieron falta los encendedores y, junto con una pancarta rosa, iniciaron la lumbre.

Incrédulos, los testigos de esta toma del Ayuntamiento, vean como 5 personas comenzaron a asar carne, “¡a comer!” gritaban una mujer que avivaba el fuero con una de las cartulinas destinadas a la consigna mientras la turba reía y pedía tortillas y una salsa.

Como todo un picnic dominguero, la música no podía faltar “me gusta tomarte la mano entrando al cine, presumir tu belleza con lo natural de tu ser” se oía en un alto parlante la música sinaloense al tiempo que otra tanda de costillas caían al anafre y una llama alta brincaba de entre la parrilla incinerada mientras.

“Esos de la prensa, si quieren un taco, pásenle, con su respectivo billete” decía uno de los hombres quien con un bocado en la boca retaba a la prensa y recibía como respuesta una risa del cuerpo de reporteros quienes, como perro en carnicería, veían como entraba más carne al fuego.

Como en sus tiempos de antaño, el antiguo hotel “Papagayo” veía una convivencia entre sus muros de más de 50 años; con ganas de hacer uso de la alberca, se quedaron los manifestantes que tomaron la sede del municipio de Cuernavaca, pues al filo de las 12 del día, se retiraron al reunirse sus líderes con autoridades y recibir una promesa de revisión de permisos para ambulantes.

Credito: Abner Valenzuela

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